Entre el renacimiento y el barroco, el manierismo.

Entre el renacimiento y el barroco, el manierismo.
Il Bronzino es uno de los artistas que mejor han retratado la esencia del manierismo, en la corte de Cosimo I di Medici, en la Florencia del siglo XVI. Con el cuadro "Triunfo de Venus" no sólo avanza el estilo barroco, también define cinco siglos después, la estética de los textos que se pueden leer a continuación. Es una fuente de inspiración y alude a una vinculación de por vida con la ciudad más bella del mundo. Firenze.

domingo, 26 de junio de 2011

Empieza la fiesta

Llegó el día de las fiestas mayores del pueblo. De los pueblos aledaños se aproximaban hasta la mesa rectangular del beber hombres y mujeres, casados, solteros, viudos, con concubina o múltiples compañías a la vez. Todos los que poseían algún talento especial aprovechaban la plaza del pueblo, donde caían los geranios, y se marchitaban las begonias, para enmudecer a los paseantes. Miguel sonó sus melodías enamoradizas y las mujeres casadas querían dejar a sus maridos e incluso los maridos querían abrazarlo conservando a sus mujeres. Así durante el día entero, hasta que exhausto descansó bajo un naranjo.
El alcalde de la villa dio el discurso de inicio de la fiesta mayor cuando ya habían transcurrido 12 horas y se le había pasado la borrachera. El poder es una novia bien celosa, más que una novia son muchos amantes, difícil de no enloquecer manejando tantas pelotas en el aire. El talento del alcalde era el de artista circense ataviado con un apolillado traje a rayas. Las pelotas…andaban por ahí. En su día, cuando la arruga del exceso de mando todavía no le marcó el rostro, fue un aparente muchacho, con ojos claros y cabello poblado. Su madre una beata del pueblo hacía que dos costureras le bordaran los tres nombres en toda la ropa, igual que a sus siete hermanos y hermanas. A cada uno de los cuales se les casó el día de su mismo nacimiento, nada más saber el sexo. No hacía falta preguntar por el consentimiento de la otra familia, en el pueblo cualquiera hubiera estado encantado de contraer nupcias con esa familia. Tanto unos como otros eran esclavos del qué dirán y de las apariencias.
Los ciudadanos comían, bebían y charlaban de sus vecinos. Los festejos se limitaban a esta actividad, aderezada por las pantomimas de los mismos, así que el presupuesto invertido por la concejalía de cultura era escaso, por lo que ese mes podían cobrar más sueldo.
Berni pese a lo que uno pudiera pensar no cobraba bien esos días. La oferta era demasiada y como las mujeres gozaban de buen humor y de unos riñones fuertes para digerir bien el alcohol, satisfacían con ganas a sus enfervorecidos y veloces maridos. Así que también desplegaba todos sus talentos. A media mañana sólo vio a aquellos habituales, que ni ebrios tocan a sus mujeres. A las 4 de la tarde el calor apagó los excesos y el sueño se apoderó de todos, entonces Berni se paró a descansar en el naranjo donde ya no había nadie.

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